Una, la que confunde tradición e inmovilismo. Referido a instituciones e incluso a civilizaciones no se puede mantener la tesis que lo tradicional es no moverse ya que su tradición es cambiar, y si no hubiesen cambiado estarían muertas. Las civilizaciones, según Arnold Toynbee, solo duran mientras son capaces de adaptarse a los nuevos retos.
Dos, la que confunde humildad con conformidad. La conformidad del amén “a lo que usted diga” no es siempre sinónimo de bondad puesto que puede serlo de desinterés o de miedo; la auténtica fidelidad al superior no implica la adulación, en cambio exige altas dosis de creatividad.
Tres, la que confunde ortodoxia y fundamentalismo. El fundamentalismo hace uso frecuente al insulto; el ortodoxo está obligado, por su cultura, a no enjuiciar ligeramente a nadie y mucho menos a condenarlo a priori y, por su fe, a tener por hermano a quien ni es ni piensa ni cree como él.
La verdad siempre es comunicativa y seria, pero nunca es proselitista ni fanática.
- No consintamos a apropiaciones indebidas,
- no dejemos que pase el inmovilista por tradicional,
- ni el conformista por humilde,
- ni el fundamentalista por ortodoxo.