Seleccionar página

En los años que llevo de vida, me sabe mal haber corrido los caminos deprisa y haber perdido así el disfrute del entorno. He andado demasiado prisa, y más he visto parajes que he mirado paisajes. Me sabe mal haber dedicado tantos esfuerzos a ganar tiempo, en lugar de dedicarlos a la causa más noble de perderlo libremente. Me sabe mal haber leído tanta prosa y haberme perdido tanta poesía. Y de haber hablado tanto, habiéndome privado de escuchar silencios míos y dolores ajenos.

Además de lástimas, tengo miedos. Tengo miedo a la actividad-adicción, a ser incapaz de descansar a media tarea y, si es necesario, a renunciar a la tarea entera por no saber distinguir entre la ilusión por realizar una actividad y la capacidad real para llevarla a término. Temo que la experiencia, ciertamente acumulada en los años, se vuelva escepticismo y, decepcionado ahora de tantas cosas, acabar no creyendo en nada y dudando de todo. Tengo miedo a vender por un plato de lentejas la edad que ahora yo tengo queriendo tener otra.

No quiero vivir de lo que ya he vivido cuando es tan nuevo, tan mucho y tan intenso el tiempo que queda por estrenar.