No solo van, van y vienen. Escuchad, si no. Primero, van, van muchos prejuicios contra los forasteros, los inmigrantes, los extraños y todavía más si éstos proceden de países que nosotros denominamos “del sur” o del “Tercer Mundo”. Van muchas críticas burlonas. Que si no entienden nada de nada, que si no hacen nada, que si no tienen gusto al vestirse y no sé cuántas cosas más. Pero el otro día una ecuatoriana, de ocho años, soltó una frase contundente, definitiva, ¡madre de Dios! En un momento de sinceridad tan característica de los niños, una sinceridad que dice todo lo que tiene para decir. La niña confesó a una compañera nativa: “A mí me dan mucha pena los profesores de la escuela, están muy nerviosos, se nota que lo pasan muy mal, no los escuchan, y algunos alumnos los insultan. Yo echo de menos mi escuela, en mi país respetamos más a los maestros”. La compasión no solo recorre el camino de ida, recorre también el camino de vuelta. En algunos aspectos, los dignos de ser compadecidos son ellos, y en otros aspectos, los que somos objeto de compasión somos nosotros. El norte no solo critica, el norte es a la vez criticado. No todo va bien en el Tercer Mundo, y en el Primero tampoco. Las críticas van, van y vienen.
La preocupante escasez de ternura
Lo difícil de vivir es el convivir. Hay humanos que ponen en la convivencia muchos obstáculos; no es que no hagan nada para poner aceite en las relaciones, es que ponen toneladas de vinagre