Alguien me dijo: «El que se guarda un elogio se queda con algo».
Cuando un semejante nuestro se merece un elogio no se lo neguemos.
Un merecido elogio no es una adulación. La adulación es una mentira, aunque esté revestida de celofán. Un merecido elogio, en cambio, es un debido acto de generosidad que no debemos negar a nadie.
No nos quedemos egoístamente con algo que no es nuestro.
Si alguien se merece un elogio no se lo neguemos. Sería una tacañería imperdonable.
Cada vez que negamos un elogio merecido a alguien nos quedamos con algo que no es nuestro.
Y el que se queda con algo que no es suyo, obra injustamente y se vuelve raquítico y tacaño.
Seamos generosos con los elogios que otros se merecen y no caigamos nunca en el vicio de la adulación.
Elogio merecido, sí. Adulación, no.
Artícluo 4823 de la columna “Punto ètic” publicado en el diario Última Hora del jueves, día 14 de octubre de 2021, pág. 28.